miércoles, 21 de diciembre de 2022

PyZ, expectativas monótonas.

expectativas monótonas, q generan mañas, las de los empresarios viejos o de viejos empresarios, entongados y amañados con contadores abogados y escribanos de una ética q se compra p centavos para q los engranajes de la info p la tribuna funcionen óptimamente, p blanquear balances q son más dibujos o caricaturas q p la gilada se escriben en moneda nacional y se gestionan en moneda extranjera para los patrones (empresarios) q ponen los centavos para pagar 'profesionales";
Expectativas monótonas q dan lugar a falsedades, en las teorías y doctrinas q se escriben en tratados y lo q es peor, q quedan plasmados en normas q justifican aberraciones como el secreto profesional el resguardo de info confidencial? la "libertad" de decisiones;

Así no se corrigen expectativas Monótonas q exacerban procesos inflacionarios menos el endémico q es común en la aldea.

No se corrigen viejos inconvenientes repitiendo viejos dispositivos de corrección.

Menos, cuando se trata de cuestiones sencillas q se consiguen eliminando convivencias MERCADO/ESTADO

con una docena de empresarios presentando mes a mes, DDJJ de COSTOS DE PRODUCCION.
con una docena de empresarios presentando mes a mes, DDJJ de COSTOS DE COMERCIALIZACION, DE DISTRIBUCIÓN DE LOGISTICA O SIMILARES.

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nobel 2011 tomas transtromer

nobel 2011 tomas transtromer
APUNTES DE FUEGO Durante los meses tristes, centelleó mi vida sólo cuando hice el amor contigo. Como la luciérnaga se enciende y se apaga, se enciende y se apaga- a medias puede uno seguir su camino en la noche oscura del olivar. Durante los meses tristes, estaba el alma desesperada y sin vida pero el cuerpo caminó directo hacia ti. El cielo de la noche rugió. Sigilosamente ordeñábamos cosmos y sobrevivimos. C-MAYOR Cuando bajó a la calle tras la cita de amor Soplaba la nieve en el aire. El invierno había llegado Mientras hacían el amor. La noche brilló blanca. Él caminó rápido y alegre. Toda la ciudad inclinada. Transeúntes sonrientes- Todos reían tras los cuellos alzados. ¡¡Era libre!! Y todos los signos de interrogación cantaron la existencia de Dios Eso creía él. Una música estalló Y cruzó en la nieve arremolinada Con largos pasos. Todo en camino del tono C Un tembloroso compás dirigido a C. Una hora sobre las heridas. ¡Era fácil! Todos reían tras los cuellos alzados. TORMENTA De pronto el caminante halla aquí el viejo roble gigante, como un alce convertido en piedra con su ancha copa ante fortaleza verde negra del mar de septiembre. Tormenta del norte. Es el tiempo cuando las serbas Maduran. Despierto oye en la oscuridad Las constelaciones estampadas En lo más alto del roble LOS RECUERDOS ME MIRAN Una mañana de junio es muy temprano Para despertar, pero tarde para dormir de nuevo. Debo ir a la hierba que está llena De recuerdos, que me siguen con la mirada. No se ven, se mezclan completamente Con el fondo, camaleones perfectos. Tan cerca que los escucho respirar A pesar que el canto de los pájaros es estridente. ARCOS ROMANOS En la grandiosa iglesia romana se aprietan los turistas En la penumbra. Cúpula abierta tras cúpula y sin panorámica. Algunas llamas de cirios titilan. Un ángel sin semblante me envolvió Y me susurró a través de todo el cuerpo: “No te avergüences de ser persona, ¡sé orgulloso! Dentro de ti se abre cúpula tras cúpula infinitamente Tú nunca estarás completo, y así es como debe ser.” Yo estaba ciego de lágrimas Y fui empujado a la soleada piazzan Junto a Mr y Mrs Jones, Herr Tanaka y Signora Sabatini Y dentro de todos ellos se abrió cúpula tras cúpula infinitamente MADRIGAL Heredé un bosque sombrío donde rara vez voy. Mas llegará un día en que los muertos y los vivos cambien de lugar. Entonces, el bosque se pondrá en movimiento. No estamos sin esperanzas. Los crímenes más difíciles continúan sin aclarar a pesar de los esfuerzos de muchos policías. Del mismo modo, hay en nuestra vida un gran amor sin aclarar. Heredé un bosque sombrío pero hoy yo camino en otro bosque, el luminoso. ¡Todas las criaturas que cantan, serpentean, mueven la cola y se arrastran! Es primavera y el aire es muy fuerte. Tengo un diploma de la universidad del olvido y estoy tan vacío como la camisa que se seca en el cordel. NOCTURNO Por un pueblo conduzco de noche, las casas aparecen En el resplandor de mis luces – ellos están despiertos, desean beber. Casas, galpones, letreros, vehículos abandonados –es ahora Se visten ellos mismos en vida. La gente duerme: Algunos pueden dormir en paz, otros con semblantes tensos Como si estuviesen estrenando para la eternidad No osan soltarse completos a pesar que su sueños son pesados. Descansan como barreras caídas cuando cruza el misterio. Afuera del pueblo el camino se alarga entre los árboles del bosque Y los árboles los árboles en silencio entre ellos Tienen el color teatral que tiene el brillo del fuego ¡Qué claras son sus hojas! Me persiguen hasta mi hogar. Me acuesto a dormir, veo imágenes desconocidas Y signos suben solos detrás de las pupilas En la oscuridad de la muralla. En la rendija entre en vela y el sueño un gran carta intenta colarse en vano.

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terpsícore, diosa - fiel

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del baile

sirrah,1 - la nación

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sirrah, 1

cosas de muy adentro

Recuerdos del presente, hecho y derecho.


Del dicho al hecho y del hecho al derecho, lo que no es totalmente un sofisma que valga la pena para nosotros más allá de cómo suena, porque los argentinos andamos siempre con discursos y acontecimientos que son muy dispares entre sí, los discursos que pergeñamos y los acontecimientos que pasamos que en muy escasas ocasiones están encauzados en las normas, eso quiere decir que andamos corriendo por atrás de condiciones que nosotros mismos nos ocupamos por lo menos de escribir pero muy pocas veces de cumplir como debe ser la Constitución por ejemplo y todas las demás leyes que a partir de ella se hicieron con el paso de los años, y pega la figura que andamos corriendo por atrás porque es como que hacemos mal las cosas y después mucho después nos damos cuenta cuando no hay más posibilidades de que sean diferentes, disposiciones e instrucciones que tenemos para dar y para prestar y no para cumplir que de eso ni hablar, normas manuales de procedimientos reglas expedientes leyes decretos resoluciones o actos administrativos o memorándums, escritos y expuestos en incontables escenarios que no se corresponden entre sí en el sentido de guardar reciprocidad entre ellos una equivalencia aceptable en el sentido de acortar las inconmensurables distancias que a veces hay entre lo que se dice y lo que se hace, o entre lo que se dice y lo que se debe hacer o entre lo que se dijo y lo que se debería haber hecho que es lo realmente importante, porque por acá andamos y decimos una cosa y hacemos otra como si a nadie le importara o como si a cualquiera le diera lo mismo, que de hecho ni de derecho nadie nos reprende ni nos confirma ni siquiera nos corrige lo que es un síntoma grave porque hasta quiere decir que nos ninguneamos entre nosotros mismos entre los que somos iguales en infinidad de aspectos y entre los que no tenemos diferencias sustanciales, lo que puede ser una buena estrategia cuando nos conectamos con los de afuera y pretendemos confundirlos, pero nada bien para los de adentro ni para nosotros ni para los otros, porque los de afuera con ese motivo pueden seguir colonizándonos de las unas y mil y un maneras en que nos colonizan desde hace una pila de años, antes con espejitos y la biblia y hoy con sanatas que suenan lindo como las zonceras de greenpeace y los declarados patrimonios de la humanidad de organismos internacionales manejados por gerentes que responden a otros amos y que aceptamos pasiva y mansamente para que vaya a saber cuándo se les de las ganas y con ese rótulo se apropien de nuestros recursos naturales, y porque los de adentro alguna vez debemos recuperar esa autoestima que perdimos casi desde que perdimos la moneda nacional y ponernos en el lugar del otro aunque no sea una obligación sería bueno que comenzáramos a hacerlo al lado del compatriota del hermano ciudadano como cualquiera de nosotros, desplazamientos de los rumbos que debíamos tomar y no tomamos y que tanto nos destrozaron los que alternativamente los inventan o los que nos van gobernando, unas veces los de facto y otras veces los de la estirpe que por lo general aparecieron y aparecen con los militares con todas o parte de la fuerzas armadas, los que precisamente afirman con bastante frecuencia que no se limpian la boca con la república o con lo que nuestra patria está condenada al éxito y otras expresiones de intelectuales estúpidas, pero que en términos caricaturescos fueron o son mejor casi la misma lacra para el país que tenemos, y que junto a nosotros siguen en esta loca e inútil aventura de buscar un terruño que no existe o que muchos queremos que no exista porque existe solamente lo que consideramos unilateralmente que debe existir como si fuéramos todopoderosos, mientras las nuevas generaciones o algunos de los que forman esas generaciones que son nuevas apareciendo en el horizonte de este planeta, los más avispados, nos miran como si fuéramos sapos de otro pozo cuando somos del mismo pozo de ellos y encima no pueden saber hoy y muy bien del estado en el que se lo estamos dejando en ese pozo que por convención algunos llaman el mundo y otros por acá llaman el país que tenemos aunque a veces parezca que es el que queremos tener o quieren hacernos creer que debe ser el que queremos tener, que no es para nada bueno, este pago acotado que tenemos como si hubiéramos estado sentados sobre un péndulo en todo este último tiempo, por estos lados los que vivimos por estos lados hemos estado yendo de un punto a otro de dos extremos que como imanes del mismo electromagnetismo se rechazan, como si nada nos pasara, yendo del hecho al derecho, y no del derecho al revés como indica la lógica de los que hace rato le puedan haber encontrado el agujero al mate de vivir todos por acuerdos que nos resuman y nos contengan pero a todos con la menor cantidad de diferencias, que es lo que se deduce mirando desde lejos la experiencia de los países o territorios que están en otra más tranquilos y que la tienen muy clara eso de vivir en paz y con tolerancia.
Del dicho al hecho y del hecho no estoy muy seguro que lleguemos al derecho que eso todavía está por verse aunque ya estemos en el portal del año diez de este siglo al cual algunos están viendo como el reservorio potencial de las cosas que es evidente que nos faltan y que iremos necesitando en los próximos años como el agua o los combustibles volviendo a los preciados patrimonios de la humanidad de los mismos vivos que en siglos pasados pasaron por aquí depredando, de las cosas que ya hoy son muy reales en otras latitudes como la inseminación artificial o la manipulación genética, mientras otros, como nosotros lo estemos viendo todavía como el tiempo de las rencillas no solamente políticas sino también de ideologías que dejaron de ser hace ya mucho tiempo aunque esos credos tengan manifestaciones muy novedosas como es el caso de esos que se animan bajo la figura o la sombra de un tipo que hace más de cien años pensó en la integración y no en la desintegración de la América, Bolívar que si los viera actuar en su nombre por lo menos vomitaría. Está por verse cuánto tiempo más iremos resistiendo con nuestros precarios sistemas en manos de Mesías auto nominados desmesurados y terrenales, y millonarios porque eso sí son inmensamente millonarios especialmente durante la gestión y obviamente cuando la terminan con no más de dos o tres excepciones que entraron y salieron con una mano atrás y otra adelante, tipos de carne y hueso que se creen inmortales y en nombre de eso llevan adelante los atropellos más impensables, porque se trata de tiempos muy diferentes y que probablemente no nos ayudarán como en otras ocasiones a forjar nuestros destinos porque justamente esos a los que vamos a buscar como si fueran nuestros padres cada vez que nos sobrepasa algún problema, son los mismos que están ya medio cansados que después de eso los usemos como forros de nuestras desventuras amparándonos en la tibieza de su fuerte constitución institucional, algo que nosotros no tenemos y que es para envidiarles y que es probable que no tengamos en mucho tiempo porque es como que caminamos en la dirección opuesta con eso de decir y no hacer lo que decimos, porque si bien cambiamos de ritmos o de música no cambiamos de orquesta, suceso que sería muy interesante que se nos diera para ver si por ese lado de la novedad encontramos nuestras identidades perdidas que si las perdimos qué podremos decir de nuestros porvenires que son cosas que tienen que ver una con la otra porque no se inventa un país no se hace una patria no se construye una nación ni se afirma una república con la simple voluntad una expresión de deseos o un simple chasquido de dedos, para ver si por ese lado de la novedad encontramos nuestras coincidencias nuestras consonancias y resonancias que perdimos por completo vaya uno a saber en qué instante de los casi setenta y cinco mil días que tenemos.
Del dicho al hecho, y del hecho al derecho porque ahí nomás de andar naciendo dijimos elegimos el derecho entre los meses de mayo y de julio de esos años diez y dieciséis del siglo diecinueve y ahí nomás sin mayores tardanzas, o demora alguna para nada que no fuera marcarles la cancha a los españoles y a los ingleses o a cualquiera de los que por entonces tuvieran sentimientos hostiles o negocios interesantes como para compartirlos, comenzamos con la repetida vuelta de esa rueda esta de la historia de los militares en algunos años y de los civiles en otros años, como si fuera de lo más natural que los primeros estaban preparados para gobernarnos mejor que los civiles que por lo que se ha venido viendo hasta ahora tampoco estaban preparados para gobernarnos considerando la forma en que nos vienen tratando, esto es ser condescendientes y extremadamente buenos con nosotros en las épocas en que necesitan nuestros votos e ignorarnos cuando comienzan con el proceso de llenarse los bolsillos de los dineros del pueblo que por eso pasa a ser el dinero de unos cuantos pero que evidentemente son muchos menos de los que constituyen el pueblo. Y así con la denominación de antinomias como si se tratara de comedias pasamos de directorios a la organización nacional, de unitarios a federales, de rojos a azules, de conservadores a radicales, de radicales a anarquistas de anarquistas a socialistas de socialistas a peronistas de peronistas de radicales a peronistas, mientras que generales, capitanes y hasta mayores o simples suboficiales se animaron a pensar que éramos tan blandos que nos podían someter como se somete es de imaginar a una dama delicada, o a un soldado y conscripto al que se somete a saltos de rana, diana o picana eléctrica, con el paraguas del comunismo o el imperialismo apátrida que suenan más o menos lo mismo como excusas sin sustento. Del dicho al hecho porque decimos que debemos andar por el derecho pero no pasan más de un par o a lo sumo tres décadas que ya andamos todos viendo analizando y hablando de los argumentos que justifiquen nuestras más oscuras reacciones esas que tienen que ver con tener patoteros en vez de gobernantes y si tienen uniforme mejor porque nos da como un miedo inmanejable o sentimos la morbosa inclinación de sentir que estamos más seguros y que somos más maleables cuanto más elementos de coacción hay dando vueltas por la administración que fuera, porque de esto no se salva ninguno por lo menos de los conocidos desde el año treinta del siglo veinte en adelante.
Por esos años es que comenzamos con esa sintomatología con ese síndrome con ese síntoma con esa señal de nuestra genética social que se expresa en eso de sacar un gobernante elegido democráticamente por el pueblo y poner a otro elegido por unos cuantos que entonces fueron conservadores más que otro tipo de políticos, aristócratas criollos constituidos a la sombra de los oficios que tuvieron sus padres o sus abuelos, durante la sangrienta campaña del desierto que a los indios les significó desarraigos y persecuciones, y a ellos pasar de inmigrantes varones hispanos, muchos de ellos oficiales del ejército, de hijos o nietos de inmigrantes varones hispanos, a ser propietarios de la tierra que a los otros se les quitaba porque eran la barbarie los indios que habían llegado antes que nadie pero eso no importaba a la otra parte que por exclusión se denominaba la civilización, génesis de la inmensa y más importante grieta, diáspora que dejamos abierta de allí en adelante y para toda una posteridad que no supo remediarla, la más angustiante y profunda antinomia que de allí en adelante separaría irremediablemente nuestras posibilidades de redención, tipos que recibían aquello como pago por los bienes rematados o por los servicios prestados, como las monturas, las botas, los alimentos, kilos y kilos de pertrechos que ellos ponían en manos del ejército argentino recibiendo a cambio pagos en especie que nada más ni nada menos eran escrituras o títulos de propiedad de leguas y leguas al cuadrado del inmenso territorio que como le pasaría casi a lo largo de toda su historia estaba supeditado a confrontaciones fraticidas, yendo en consecuencia de un lado a otro entre los extremos de gobiernos civiles a gobiernos de los militares.
Y continuamos inmutables como somos incorregibles como decía Borges, cronopios y famas como nos decía Cortázar, a las cosas como nos instó Ortega y Gasset por no decirnos otra cosa, pequeños enanos fascistas como nos dijo la Fallacci, manga de ladrones como nos dijo Batlle o inevitables como digo yo, acumulando broncas no resueltas logros casi ninguno disputas insalvables secesiones inacabables civiles y religiosas y también militares porque en medio de las otras comenzaron a manifestarse los golpes a los golpes, como si se tratara de asonadas fácticas de avances fácticos, de civiles pelando con civiles y militares peleando con militares con la misma bandera el mismo himno y la misma escarapela, unos pocos cambiando de banda y otros muchos de bando en cuanta oportunidad se nos va presentando o en cuanta oportunidad se nos va dando de cambiar de color como el camaleón sea del color del ropaje que se nos ve como del corazón que no se nos ve pero que no es muy complicado deducir si es blanco o es negro, pasando por vaya saber cuántos presidentes y cuántas autoridades civiles y militares abren y cierran períodos de gobiernos que por el promedio mencionado para nada son ordinarios sino simplemente extraordinarios en un sentido o en otro, autoridades funcionarios secretarios directores nacionales transformados en burócratas en una mezcla más que explosiva pero invisible que solamente se puede medir por lo mal que nos va con unos pocos que están bien y muchos que estamos mal, porque en realidad cuando aparecieron algunos ciclos normales las que tendieron a perpetuarse fueron las personas investidas que para los que conocemos no hace ni falta nombrarlas, militares a civiles en el denigrante promedio de más o menos un presidente cada 2,4 años lo que para cualquiera que nos observe no significa precisamente un sinónimo de estabilidad, de fortaleza o de firmeza, encandilados por los mismos que nos deslumbran primero para desencantarnos después para volver a ilusionarnos y a desanimarnos, como en el trayecto de esos largos años del cuarenta y del cincuenta cuando Perón nos dio la posibilidad a muchos de pertenecer a las clases medias por reivindicaciones que tocaron a nuestros abuelos o a nuestros padres, saturados de alpargatas antes que de libros, jugados con las pelotas de los campeonatos Evita y festejados con las sidras y los pan dulce de cada navidad o año nuevo que por entonces pasamos antes de llegar al carnaval que terminamos siendo.
Con esas intermitencias que tanto nos caracterizan, interrupciones no solamente de las decisiones que se ven en la superficie sino también de las decisiones que no se aprecian a simple vista pero que definen lo que somos, las que determinaron lo que fuimos las que determinarán lo que seremos, porque lo que con forma o sin forma son temas caros y sensibles como la educación en cualquiera de sus niveles en cualquiera de sus expresiones, como nuestras cuestiones sanitarias y de salud que hacen a la propia vida que pocos valoramos en su magnitud verdadera, como otras cuestiones no tan menores como nuestras producciones y exportaciones las importaciones, nuestros ahorros magros discontinuos y raros que no conocemos desde la libreta de la caja nacional, asuntos y cuestiones que nos trastornan y nos transforman que nos protegen que nos exponen, y que en forma irreversible ha significado que los pobres seamos cada vez más pobres y que los ricos sin problemas más ricos y evadan impuestos y estafen y mientan solos o ayudados y en connivencia con estos que cambian para hacerse más poderosos pero con el aspecto de otarios hasta que la muerte los alcance de alguna manera bajo la forma de deceso natural o de deceso por la mano de los hombres de los mismos hombres que los elegimos que si no los votamos los elegimos a la fuerza como ellos acceden al poder y de todas maneras porque somos unos disconformes y unos energúmenos, pobres todos pero de espíritu nacional y legítimamente popular, que al final no sabemos muy bien de nosotros y por eso mismo de nadie de afuera, interrupciones de procesos que deberían ser naturalmente normales que no solamente nos detienen sino que nos hacen retroceder todo el tiempo, fines que en otras ocasiones hayamos podido alcanzar porque obviamente no siempre andamos haciendo como el pato tanta porquería en tiempos cortos e infinitesimales. Jurando como se jura cuando se jura en los estados de derecho y en los estrados de la calle ordenando y haciendo ordenar de prepo como se ordena en las ocasiones de períodos marciales porque en otras sólo en apariencias hay manifestaciones civiles que son tan de facto como las otras que son puras y militares, y en esas ocasiones son peores las represalias y las peleas porque los jefes son matones lo que quiere decir que cuentan con otros códigos otras tácticas y otras estrategias que por ser de comunes burgueses son más vulgares, y también con otros ejércitos más difíciles de conocer y de reconocer porque los soldados no andan con uniformes ni entrenamientos encima, sino vestidos como nosotros y confundidos en la multitud como caminamos todos cada día cuando iniciamos nuestras jornadas cuando entremezclados con estos que nos gobiernan acertamos y nos equivocamos una y otra vez con esto del hecho y del derecho.
Así entramos en esa larga noche en esa inmensa oscuridad que algunos llamaron el proceso de reorganización nacional y otros con el tiempo la dictadura, una dictadura relativa porque mal que le pese a más de uno que no quiere acordarse de sus errores por lo menos con la misma intensidad que se acuerda de sus presuntos aciertos, fue un gobierno de milicos aplaudido por la gente llamada opinión pública llamada la conciencia social llamada la soberanía popular y cuántas denominaciones que se utilizaron para ubicar a esas reacciones desproporcionadas de la gente contra la gente y sobre las cuales la misma gente no decía nada y si decía era mas para apoyar las desproporciones que para denostarla, de argentinos que peleaban contra argentinos igual que continuamos peleándonos ahora sin mayores diferencias, por eso somos tan fáciles y previsibles para los que nos ven desde afuera, las diferencias de patriotas contra patriotas insalvables por lo que parece porque no nos damos cuenta pero desde hace mucho tiempo que somos acaparadores y chabones según el lunfardo a los que no nos gusta que nos digan lo que debemos hacer aunque eso que hacemos lo hagamos en contra de la gente que es como decir que lo hacemos en contra de nosotros mismos, actitudes inéditas y no repetidas en otras culturas, las discrepancias de facciosos contra facciosos, de intolerantes e indolentes que en la superficie pretendemos aparecer como generosos y dinámicos.
Y así salimos y entramos docenas, decenas de veces, de gobiernos de facto a gobiernos supuestamente democráticos porque en realidad son autocracias, dictaduras jugadas sucias aunque ocurrentes de oligarquías en ascenso, pero lo más grave es lo que llevamos adentro, en realidad no nos gustan ni los unos ni los otros nos gustamos a nosotros mismos como debería ser según el principio bíblico de quererse a asimismo pero que no es para exagerar porque en la exageración es adonde nos dañamos, la democracia nos gusta, decimos lo buena que es pero la democracia a la carta y a la carta de nosotros, porque en el día a día somos prepotentes e exagerados que embromamos a todo el mundo culpando a todo el mundo de los males que nos aquejan, cortando puentes y calles por donde sea, suprimiendo los derechos de otros que no tienen ni siquiera semejanza con nosotros en sus urgencias y necesidades, embromando el trabajo de los otros porque embromaron otros con nuestro trabajo como si la forma de cortar los resentimiento y los problemas fuera exacerbarlos hacerlos pero de lo que son, mientras lo sea para nosotros y nuestro grupos de amigos y no nos gusta cuando comienza a tocarnos intereses que no son tan especiales, no nos gustan los que piensan diferentes, por ese hecho los declaramos enemigos, en cualquier tema vivimos con viejas y anquilosadas dicotomías antinomias, diferencias, de mersas a conchetos, de ricos a pobres de villeros a urbanos, de empresarios a obreros, de vivos a tontos, no nos gusta nada que sea diferente a nosotros porque estamos muy cómodos con nuestro lugar de ombligos del planeta pero ombligos voluntaristas y voluntarios que damos asco sintiendo asco de todo, a los niños, a los veteranos, a los que tienen más suerte de la que tenemos nosotros, y también a los que tienen menos suerte a los que pretendemos hacerles creer que es culpa del que nos creó el que ellos estén regular o mal en esta tierra. Y llevamos esta condena en la cabeza, el cargo de conciencia nos pesa como nos pesan los kilos y kilos de equivocaciones que tuvimos y seguiremos teniendo si no cambiamos, si no les decimos a los que nos siguen que ellos no deben equivocarse como nosotros, que si no equivocamos nosotros ya fue, fuimos pero ya está vamos a otra argentina, a una argentina más auténtica, en la que las cuestiones sean genuinas sin mentiras intermedias sin dobles interpretaciones o versiones sesgadas de subjetivismo enfermizo de conductas mesiánicas y redentoras, y ahí sí estaremos yendo del dicho al hecho y tal vez del hecho al derecho, pero de verdad.

casandra, mujer y mujer - bibiliotecas

casandra, mujer y mujer - bibiliotecas
confusión varón y varón

a ver, digo, nada

nuestro espacio es como un nivel, ¿viste?, como el que vimos en madrid esos tres días que estuvimos; a ver, digo, nada, nosotros estamos con la gente por eso la gente nos vota, somos a ver, digo, nada, la nueva generación que asegura que no habrá más corrupción como no la hay con el gobierno que tenemos, a ver, en los noventa privatizaron y entregaron el país a los capitales golondrinas o a los fondos buitres, a ver, digo, nada, creemos que entre nosotros debe haber algunos de esos que son como las golondrinas o directamente como los buitres, a ver digo, nada, nosotros le enseñamos a la gente que es preferible saber pescar antes que tener el pescado pero ¿viste?, hay gente que se aprovecha y te pide la plata a ver, viste, nada...

contando estrellas - política

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en mi personal constelación phakt (paloma), apodis (ave del paraíso) y alpheca (norte)

mizar, enésima - museo bs.as.

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beta, cero - el mundo rosado

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"Fui creciendo entre mujeres", confía Manuel Mujica Lainez a Hugo Beccacece, en nota titulada "Las memorias que nunca escribirá Mujica Lainez", publicada en la revista dominical de LA NACION, el 15 de octubre de 1978. Su padre, Manuel Mujica Farías, tipifica el papel distante que asumían los padres en los primeros años del siglo XX (Manucho nació el 11 de septiembre de 1910): los hijos eran cosa de mujeres. A los cuatro años y medio de edad, Manucho recorría a bordo de un triciclo la azotea de su casa (donde hoy se alza el Automóvil Club Argentino, en la Avenida del Libertador), cuando tropezó con una inmensa olla de agua hirviente que se volcó sobre él: todo su cuerpo se volvió una llaga. Roque, el cocinero, atinó a untarlo con clara batida de pies a cabeza, salvándolo de una muerte horrible. La convalecencia fue larga y su madre, Lucía Lainez Varela (apodada Chía), y sus tres hermanas, las famosas tías Lainez, envolvieron al niño en una red de cuidados, mimos, anécdotas familiares y relatos fantásticos: "Las mujeres de mi familia me estimularon la imaginación e hicieron de mí un escritor", afirma Mujica en esa misma nota.
"Mamá era una mujer muy culta, que sabía muy bien el francés. Además, era muy hermosa." Lo escribe Manucho en el precioso libro que recopila sus Diarios escritos durante el largo trámite de adquisición y puesta a punto de su propiedad en las sierras de Córdoba, "El Paraíso", en Cruz Chica, donde murió, el 21 de abril de 1984. Los Mujica residieron varios años en París, donde la vida era más barata que en Buenos Aires. El escritor y su hermano menor, Roberto (Buby), estudiaban pupilos en la école Descartes, rue de la Tour. Los jueves, su madre los llevaba al teatro, al Louvre, o a recorrer los libreros de viejo a orillas del Sena. El regreso a Buenos Aires fue un golpe duro: "Como volver al Escorial después de haber vivido en Versalles".
Quiere la leyenda que alguna vez Chía Lainez de Mujica y Marcel Proust se encontraran por casualidad tomando el té en el Ritz de París. Enterado de que era argentina, el escritor se le habría acercado pidiéndole una entrevista para saber algo más sobre su lejano país. Se vio rechazado: "No era bien visto que una señora sola fuese abordada por un señor en el salón de té de un hotel, y le permitiese sentarse a su mesa", habría comentado Chía a sus hermanas. ¡Las tías Lainez! ¿Quién, cercano a Manucho, no supo de estas señoras, que suelen aparecer en las ficciones de su sobrino predilecto como hechiceras bondadosas o como parcas agoreras? Pepita (Josefina), Anamama (Ana María) y Nenatony (Marta) eran, como Chía, hijas de un hombre que reclamaba "nada de realidad, no me hablen de la realidad", y de una dama no menos fantástica, Justa Varela, que recibía a su nieto en lo que se dio en llamar "la cama china": "Ella dormía en una enorme cama china que, con los años, descubrí que no era tal sino un quiosco para tomar té. Era de maderas claras y marfil. Ella me recibía allí y al entrar en esa especie de cuarto dentro del cuarto, yo sentía que penetraba en otro mundo, que me internaba en una geografía distinta, en el país de la imaginación".
Con semejante bagaje familiar, el cruento episodio de infancia y la certeza de una sensibilidad fuera de lo común, no sólo cultivó una imaginación desbordante: se fabricó también la coraza que Manucho se sintió obligado a revestir frente a la agresividad del mundo. Sobre todo, el de la alta burguesía porteña que, al menos en esos tiempos, era mayormente intolerante con cualquier infracción, aun la menor, al estricto código impuesto por un patriarcado machista. Nació así el temible esgrimista de la palabra, el arquero sabedor del punto exacto en que la flecha abriría una herida, el humorista de ley que sembraba ocurrencias felices con la misma displicencia aparente con que observaba a sus congéneres. En la estricta intimidad, confesaba ser esencialmente tímido: casi nadie le creía, pero estaba diciendo la verdad. En esos ojos verdigrises, algo exorbitados, muy abiertos siempre, como sorprendiéndose de lo que veía u oía, asomaba, sin embargo, la chispa de bondad tan celosamente ocultada, la preocupación por el bienestar del prójimo. Cuando Sara Gallardo, la eximia novelista, fue a vivir con su hijo Sebastián, entonces niño, en uno de los edificios alzados en la colina de "El Paraíso", Manucho, sabiendo que ella atravesaba una difícil situación económica, pagó de su bolsillo todos los servicios y las expensas de la casa durante el tiempo en que Sara vivió allí.
Otra mujer, la propia, Ana de Alvear Ortiz Basualdo, tuvo un papel fundamental en la vida del escritor. Ella supo rodearlo del sosiego indispensable para la creación literaria, eximiéndolo de los trajines domésticos y familiares: "Yo no podría haber escrito mi obra sin la tranquilidad con que ella supo rodearme. Tener una casa montada, no preocuparse por las cosas domésticas, ayuda mucho. Además, Anita me ha tenido una paciencia inagotable. Es una mujer muy inteligente, muy comprensiva; sobre todo eso, muy comprensiva". Cualidad heredada, al parecer, de su madre, Felisa Ortiz Basualdo de Alvear, a quien Manucho admiraba.
Aunque siempre se era bien recibido en casa de los Mujica, primero en la residencia de la calle O´Higgins, en Belgrano (inolvidables, las multitudinarias recepciones en sus cumpleaños, los 11 de septiembre, cuando la escalera amenazaba desplomarse por el vaivén de los celebrantes) y luego en El Paraíso, acceder a la intimidad del escritor no era fácil. Rara vez se libraba a una confidencia personal: preservaba su fuero íntimo celosamente, aun frente a amigos de probada fidelidad. En esos raros momentos, abandonaba el disfraz y podía entreverse a la persona real. "Mirá en lo que me han convertido los años y la enfermedad -me dijo un día, inesperadamente, mientras por casualidad entrábamos juntos a un recinto de la Feria del Libro-: en un chino de marfil." En efecto: muy pálido, canoso (apenas si las cejas espesas conservaban algún hilo oscuro), vestido de blanco, apoyado en una frágil varita de bambú, semejaba una de esas menudas tallas venidas de las Filipinas.
Otras presencias femeninas aletearon muy cerca de Manucho. Intrigado por el más allá, los cultos esotéricos y el misterio del universo (y de nosotros mismos), recurría con frecuencia a las videntes -siempre eran mujeres-, de las que hubo muchas a través de los años. Algunas supieron explotar hábilmente su credulidad y su generosidad; otras parecían realmente dotadas de singulares virtudes proféticas. Mujica Lainez era esencialmente un espíritu religioso. Cumplía con las exigencias del dogma católico, pero no podría asegurarse que fuese un creyente convencido. Porque, una vez más escudado en la travesura, proponía adherir a la apuesta de Pascal: "¿Y si a fin de cuentas fuera verdad? Por las dudas...". Más de una vez le oí decir: "Sólo le pido a Dios que sea tan benévolo con mis faltas como yo lo soy conmigo mismo".

en la decena - mapa

en la decena - mapa
antares con su brillo

venus en la frescura

venus en la frescura
de un nuevo comienzo

principios fundacionales de agharta

es un sitio en principio familiar al que pueden acceder todas las personas que lo consideren y que acepten los principios generales que se vayan definiendo, se supone que más o menos en unos veinte años habrá necesidad de nuevos agrupamientos humanos con pautas y estructuras nuevas que rescaten los valores que se pudieran haber perdido durante la etapa de afianzamiento de la tecnología y el avance de la economía de mercado como paradigma copiado del mundo real,

coordenadas reales, CABA, buenos aires mis aires, en el país donde la ley es tan gorda que siempre se dice "que le caiga todo el peso de la ley", 25 de enero de 2010 en las coordenadas determinadas por la intersección de la calle ayacucho (307) y sarmiento de la capital federal, otras estaciones alternativas de fundación es la ciudad de salta (en la que se encuentran belubsas@hotmail.com y jimebsas@hotmail.com) dos de los miembros fundadores que también desempeñan hasta tanto se vea el rol de custodios como juan cruz paz y mario paz III - referencias sobre el instante real, en argentina se pelea gente del gobierno con legisladores y jueces, boca perdió con ríver anoche por penales, obama perdió las elecciones en massachusetts y china confirmo un fuerte crecimiento para alcanzar un producto de 5 billones de dólares,

libertad, efectiva y no verseada

respeto por el otro, por la libertad del otro por la independencia del otro

igualdad de oportunidades, no trucha real, no declamada practicada,

igualdad de dignidades,

el sitio es solamente un sitio donde la paz es el valor supremo rechazándose la utilización de la violencia en cualquiera de sus formas, violencia de derecha o de izquierda como se la diferencia en argentina, donde hoy por hoy la derecha es una violencia mala y la de la izquierda una violencia buena.































kamasutra y best

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orden y desorden

Dios y Diablo - cronopiosmapa

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Dios y Diablo - marzo 2006

antes y ahora

En mi casa me enseñaron bien.Cuando yo era un niño, en mi casa me enseñaron a honrar dos reglas sagradas:Regla N° 1: En esta casa las reglas no se discuten.Regla N° 2: En esta casa se debe respetar a papá y mamá.Y esta regla se cumplía en ese estricto orden. Una exigencia de mamá, que nadie discutía... Ni siquiera papá. Astuta la vieja, porque así nos mantenía a raya con la simple amenaza: “Ya van a ver cuando llegue papá”. Porque las mamás estaban en su casa. Porque todos los papás salían a trabajar... Porque había trabajo para todos los papás, y todos los papás volvían a su casa...



No había que pagar rescate o ir a retirarlos a la morgue. El respeto por la autoridad de papá (desde luego, otorgada y sostenida graciosamente por mi mamá) era razón suficiente para cumplir las reglas.Usted probablemente dirá que ya desde chiquito yo era un sometido, un cobarde conformista o, si prefiere, un pequeño fascista, pero acépteme esto: era muy aliviado saber que uno tenía reglas que respetar. Las reglas me contenían, me ordenaban y me protegían. Me contenían al darme un horizonte para que mi mirada no se perdiera en la nada, me protegían porque podía apoyarme en ellas dado que eran sólidas. Y me ordenaban porque es bueno saber a qué atenerse. De lo contrario, uno tiene la sensación de abismo, abandono y ausencia.Las reglas a cumplir eran fáciles, claras, memorables y tan reales y consistentes como eran “lavarse las manos antes de sentarse a la mesa” o “escuchar cuando los mayores hablan”.Había otro detalle, las mismas personas que me imponían las reglas eran las mismas que las cumplían a rajatabla y se encargaban de que todos los de la casa las cumplieran. No había diferencias. Éramos todos iguales ante la Sagrada Ley Casera.



Sin embargo, y no lo dude, muchas veces desafié “las reglas” mediante el sano y excitante proceso de la “travesura” que me permitía acercarme al borde del universo familiar y conocer exactamente los límites. Siempre era descubierto, denunciado y castigado apropiadamente.La travesura y el castigo pertenecían a un mismo sabio proceso que me permitía mantener intacta mi salud mental. No había culpables sin castigo y no había castigo sin culpables. No me diga, uno así vive en un mundo predecible.



El castigo era una salida terapéutica y elegante para todos, pues alejaba el rencor y trasquilaba a los privilegios. Por lo tanto las travesuras no eran acumulativas. Tampoco existía el dos por uno. A tal travesura tal castigo. Nunca me amenazaron con algo que no estuvieran dispuestos y preparados a cumplir.Así fue en mi casa. Y así se suponía que era más allá de la esquina de mi casa. Pero no. Me enseñaron bien, pero estaba todo mal. Lenta y dolorosamente comprobé que más allá de la esquina de mi casa había “travesuras” sin “castigo”, y una enorme cantidad de “reglas” que no se cumplían, porque el que las cumple es simplemente un estúpido (o un boludo, si me lo permite).El mundo al cual me arrojaron sin anestesia estaba patas para arriba. Conocí algo que, desde mi ingenuidad adulta (sí, aún sigo siendo un ingenuo), nunca pude digerir, pero siempre me lo tengo que comer: "la impunidad". ¿Quiere saber una cosa? En mi casa no había impunidad. En mi casa había justicia, justicia simple, clara, e inmediata. Pero también había piedad. Le explicaré: Justicia, porque “el que las hace las paga”. Piedad, porque uno cumplía la condena estipulada y era dispensado, y su dignidad quedaba intacta y en pie. Al rincón, por tanto tiempo, y listo... Y ni un minuto más, y ni un minuto menos. Por otra parte, uno tenía la convicción de que sería atrapado tarde o temprano, así que había que pensar muy bien antes de sacar los pies del plato.Las reglas eran claras. Los castigos eran claros. Así fue en mi casa. Y así creí que sería en la vida. Pero me equivoqué. Hoy debo reconocer que en mi casa de la infancia había algo que hacía la diferencia, y hacía que todo funcionara. En mi casa había una “Tercera Regla” no escrita y, como todas las reglas no escritas, tenía la fuerza de un precepto sagrado. Esta fue la regla de oro que presidía el comportamiento de mi casa:Regla N° 3: No sea insolente. Si rompió la regla, acéptelo, hágase responsable, y haga lo que necesita ser hecho para poner las cosas en su lugar.Ésta es la regla que fue demolida en la sociedad en la que vivo. Eso es lo que nos arruinó. LA INSOLENCIA. Usted puede romper una regla -es su riesgo- pero si alguien le llama la atención o es atrapado, no sea arrogante e insolente, tenga el coraje de aceptarlo y hacerse responsable. Pisar el césped, cruzar por la mitad de la cuadra, pasar semáforos en rojo, tirar papeles al piso, tratar de pisar a los peatones, todas son travesuras que se pueden enmendar... a no ser que uno viva en una sociedad plagada de insolentes. La insolencia de romper la regla, sentirse un vivo, e insultar, ultrajar y denigrar al que responsablemente intenta advertirle o hacerla respetar. Así no hay remedio.El mal de los Argentinos es la insolencia. La insolencia está compuesta de petulancia, descaro y desvergüenza. La insolencia hace un culto de cuatro principios:- Pretender saberlo todo- Tener razón hasta morir- No escuchar



-Tú me importas, sólo si me sirves.



La insolencia en mi país admite que la gente se muera de hambre y que los niños no tengan salud ni educación. La insolencia en mi país logra que los que no pueden trabajar cobren un subsidio proveniente de los impuestos que pagan los que sí pueden trabajar (muy justo), pero los que no pueden trabajar, al mismo tiempo cierran los caminos y no dejan trabajar a los que sí pueden trabajar para aportar con sus impuestos a aquéllos que, insolentemente, les impiden trabajar. Léalo otra vez, porque parece mentira. Así nos vamos a quedar sin trabajo todos. Porque a la insolencia no le importa, es pequeña, ignorante y arrogante.Bueno, y así están las cosas. Ah, me olvidaba, ¿Las reglas sagradas de mi casa serían las mismas que en la suya? Qué interesante. ¿Usted sabe que demasiada gente me ha dicho que ésas eran también las reglas en sus casas? Tanta gente me lo confirmó que llegué a la conclusión que somos una inmensa mayoría. Y entonces me pregunto, si somos tantos, ¿por qué nos acostumbramos tan fácilmente a los atropellos de los insolentes? Yo se lo voy a contestar.



PORQUE ES MÁS CÓMODO, y uno se acostumbra a cualquier cosa, para no tener que hacerse responsable. Porque hacerse responsable es tomar un compromiso y comprometerse es aceptar el riesgo de ser rechazado, o criticado. Además, aunque somos una inmensa mayoría, no sirve para nada, ellos son pocos pero muy bien organizados. Sin embargo, yo quiero saber cuántos somos los que estamos dispuestos a respetar estas reglas.



Le propongo que hagamos algo para identificarnos entre nosotros. No tire papeles en la calle. Si ve un papel tirado, levántelo y tírelo en un tacho de basura. Si no hay un tacho de basura, llévelo con usted hasta que lo encuentre. Si ve a alguien tirando un papel en la calle, simplemente levántelo usted y cumpla con la regla 1. No va a pasar mucho tiempo en que seamos varios para levantar un mismo papel..



Si es peatón, cruce por donde corresponde y respete los semáforos, aunque no pase ningún vehículo, quédese parado y respete la regla.



Si es un automovilista, respete los semáforos y respete los derechos del peatón. Si saca a pasear a su perro, levante los desperdicios.Todo esto parece muy tonto, pero no lo crea, es el único modo de comenzar a desprendernos de nuestra proverbial INSOLENCIA. Yo creo que la insolencia colectiva tiene un solo antídoto, la responsabilidad individual. Creo que la grandeza de una nación comienza por aprender a mantenerla limpia y ordenada. Si todos somos capaces de hacer esto, seremos capaces de hacer cualquier cosa...Porque hay que aprender a hacerlo todos los días. Ése es el desafío. Los insolentes tienen éxito porque son insolentes todos los días, todo el tiempo. Nuestro país está condenado: O aprende a cargar con la disciplina o cargará siempre con el arrepentimiento.¿A USTED QUÉ LE PARECE? ¿PODREMOS RECONOCERNOS EN LA CALLE ?Espero no haber sido insolente. En ese caso, disculpe.



Dr. Mario Rosen







El Dr. Mario A. Rosen es médico, educador, escritor, y empresario exitoso. Tiene 63 años. Socio fundador de Escuela de Vida, Columbia Training System, y Dr. Rosen & Asociados. Desde hace 15 años coordina grupos de entrenamiento en Educación Responsable para el Adulto. Ha coordinado estos cursos en Neuquén, Córdoba, Tucumán, Rosario, Santa Fe, Bahía Blanca y en Centro América. Médico residente y Becario en Investigación clínica del Consejo Nacional de Residencias Médicas (UBA).. Premio Mezzadra de la Facultad de Ciencias Médicas al mejor trabajo de investigación (UBA). Concurrió a cursos de perfeccionamiento y actualización en conducta humana en EEUU y Europa. Invitado a coordinar cursos de motivación en Amway y Essen Argentina, Dealers de Movicom Bellsouth, EPSA, Alico Seguros, Nature, Laboratorios Parke Davis, Melaleuka Argentina, BASF.







santa sede

santa sede
el señor es mi pastor nada me faltará

del esclesiastés


"Vanidad de vanidades, todo es vanidad",

"Lo que fue, eso será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará; no se hace nada nuevo bajo el sol",

"Todo tiene su momento, y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo. Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo e reír; tiempo de lamentarse y tiempo de danzar; tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas; tiempo de abrazarse y tiempo de separarse; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de tirar; tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz",

"Los hombres vienen y van, pero la tierra permanece",

"Todos van al mismo lugar; todos han salido del mismo polvo, y al polvo vuelven todos",

"Las palabras del sabio son como aguijones",

"Escribir libros es una tarea sin fin"

redondo y cuadrado

redondo y cuadrado
geografía

lo que tomas

Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. En toda sazón sean tus ropas blancas y no falte ungüento sobre tu cabeza. Vive la vida con la mujer que amas, todo el espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol. Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla, hazla según tus fuerzas, porque no existirá obra ni razones ni ciencia ni sabiduría en el she'ol a donde te encaminas»



a ver, digo, nada....

si te interesa algo mirá parte de mi vida que no es mejor que la tuya pero peor tampoco, si no te interesa seguí tu camino y que te vaya bomba, a ver, digo, nada, somos nada más que bocha y estamos en el horno, druidas y elfos, chabones y chabonas, vagos y vaguitas, boludos y boludas, caballeros y damas, señoritas y señores, ladies and gentlemen, changos y changas, a ver, digo, ¿habrá quien diga?, nada, ¿habrá alguien que carga con todo?, a ver. digo, nada...

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Inca Paz también puede ser este ¿no?, de mi vida si te interesa preguntá, y sino todo bien